martes, 28 de agosto de 2007

Mortal y rosa

Párrafo extraído de la página 120 del libro.

Mi hijo en el mercado, entre el fragor de la fruta, quemado por todas las hogueras de lo fresco, iluminado por todos los olores del campo. La fruta -ay- le contagia por un momento su salud, y el niño ríe, mira, toca, corre, sintiendo y sin saber un mundo natural, el bosque podado en que se encuentra, esa consistencia de bosque que es un cesto de fruta, una frutería. Mi hijo en el mercado, entre el crimen matinal de las carnes, el naufragio azteca de los pescados y, sobre todo, entre los fuegos quietos de la fruta, que le abrasa de verdes, de rojos, de malvas, de amarillos. Él, fruta que habla, calabaza que vive, está ahora entre dos fuegos, entre los mil fuegos fríos de la fruta, y grita, chilla, ríe, vive, lleno de pronto de pariente naturales, primo de los melocotones, hermano de los tomates, con momentos de hortaliza y momentos de exquisita fruta tropical. Es como si le hubiéramos traído de visita a una casa de mucha familia, a un hogar con muchos niños. Como cuando se reencuentra con la hueste ruidosa de los primos. Qué fragor de colores en el mercado de la fruta. El niño corre entre las frutas, entre los niños, entre los primos, entre los albaricoques.
Francisco Umbral.
Nos queda su palabra. Nos quedan sus libros.

martes, 21 de agosto de 2007

Ciento veinte días

Hoy hace cuatro meses del día que supe que no te iba a ver más.
Y pensar que siempre me ha gustado la palabra ausencia, Julián.
Viva el pelo, Julio Romero de Torres