jueves, 26 de marzo de 2009

La Gaviota


En una sociedad teledirigida, de fácil encumbramiento si echas un polvo en un hotel con un futbolista, por ejemplo, en un mundo que nos venden enfermo cuando nuestro universo está sano por dentro o donde los asesinos tienen todos los derechos que les han vetado a sus víctimas... Uno ha de buscar alternativas. Por eso cuando saco la nariz de los libros donde disfruto y aprendo, donde desarollo la imaginación y de los que entresacó frases que me gustan mucho y las copio en un cuaderno; acudo a clases de teatro y escritura creativa. Bien, este año estamos trabajando una obra títulada La gaviota, de Antón Paulovich Chéjov (1860-1914) en este tipo de talleres siempre hay más mujeres que hombres, aunque los seis que necesitamos; (Sorín, Treplev, Shambrayev, Trigorín, Dorn, y Medviedenko) los tenemos, pero para cada personaje principal femenino hay cuatro candidatas, es decir cuatro Ninas (actriz jóven) y cuatro Arkadinas, (actriz madura) entre las que me encuentro. Nuestro director-actor Luis Hostalot ya está preparando el montaje para representar en junio y ya nos ha dicho algunas cosas que hay que preparar como atrezzo, entre ellas una gaviota muerta que aparece en un momento determinado y da mucha simboligía a la obra, además del título, por eso es importante. Yo la busco cada vez que entro por casualidad o adrede en algún bazar chino, pero sólo encuentro animales de tierra o de agua, ningún pájaro. Ayer, sin embargo encontré una madejas de lana gris y blanca con plumas colgando y tuve una idea. Costaban 60 céntimos y compré tres porque eran pequeñas. Cuando llegue a casa solté la faja de papel que llevan sujetando las hebras para que no se deshagan, cogí una aguja de ganchillo y me puse a probar cómo quedaba. Una hora después tenía el cuerpo relleno de arroz y lana blanca, el cuello y la cabeza enganchados al cuerpo, y hechas las dos alas. Después de comer hize los ojos la lengua el pico y las patas. Y estoy satisfecha.
Aunque la reperesentación se frustrará, cosa que no creo ni quiero, puedo decir sin faltar a la verdad:
He hecho La Gaviota.