martes, 30 de diciembre de 2014

Ella


Se sentó a esperar y se quedó de piedra en aquel punto del Parque del Retiro. Leyó casi todo el libro del tirón. Cuando se sintió cansada dejó caer el brazo con el libro abierto. Alzó las rodillas y bajó los párpados. Tenía sueño. Oscureció. 


Por las mañanas el sol le fue blanqueando, rayo a rayo, la piel y por las tardes el viento la envistió hasta endurecerle las formas. 

En el hueco de su pubis se quedaba prisionera el agua de la lluvia, a veces también la del riego, porque estaba rodeada de césped, y los pájaros que pasaban volando se paraban a beber en Ella. 

Cuando llegó el otoño, de las las hojas del libro se fueron cayendo, una a una, las letras secas.