martes, 17 de junio de 2008

El cuco


Estábamos en el campo, a primeros de mayo, y caminábamos por la falda de una montaña, no muy alta, el sol nos calentaba los huesos de la espalda a través de la camisa y el viento nos acariciaba la cara. Había llovido los días previos y la tierra en algunas zonas brillaba empapada, se oían pájaros y ranas cuando pusimos el mantel sobre una mesa de piedra y la bolsa con los alimentos cerca. Y entonces…

-Cú, cú. Cú, cú. Cú, cú.

..las hojas de los árboles eran arañas de salón con cuentas de cristal que titilaban, nuestras deportivas se convirtieron en zapatos relucientes y nuestros vaqueros en trajes apropiados para bailar al son de la orquesta que sonaba alrededor. La hierba era el mejor suelo del más bello palacio del reino de las vacas, con baldosas de agua que reflejaban trozos de cielo…

-Cú, cú. Cú, cú. Cú, cú.

…las flores eran pebeteros de tres patas extendiendo aromas exquisitos, la ladera una larga cortina de terciopelo verde. Y por muchas patadas que dieran los chicos al balón después y por mucha tortilla de patata que comiéramos luego, ellos fueron príncipes, nosotras princesas y nuestros hijos ángeles que tocaban la trompeta.

2 comentarios:

Miguel dijo...

Una belleza tan clara tu texto que nos transporta a otro mundo, cuando mirar la naturaleza es saberlo todo, imaginarlo todo
Las vida es eso... sentir la trompeta de Louis Armstrong, o de los ángeles acoplada al croar de una rana...
Otro abrazo

Marian dijo...

Que hermosura, la naturaleza no tiene quien la supere, es lo más de lo más, es la VIDA.
Por cierto, cuando se escucha el canto del cuco, en mi tierra es un buen augurio, se dice que al menos durante ese año la muerte pasará de largo. No está mal ¿no?
A partir de ahora a ver si lo escuchas cada año.
Un beso.