Algo tan prosaico como bajar al perrilllo por la mañana temprano se ha convertido hoy en un instante mágico. La escarcha brillaba en el césped, y esos trocitos de hielo, de cristal o de espejo, me han parecido estrellas en el suelo.
Y lo éran, Julián, te aseguro que el 24 de enero ha sido Navidad en el parque, doce años después que me escribieras ésto:
"...La estrella solo era un espejo de escarcha en el firmamento y reflejaba la luz que nacía en un pesebre."
Cómo no relacionar entonces lo hermoso con lo bello. Y sin embargo me he puesto un poco triste. A veces te echo mucho de menos.
1 comentario:
A mí me pasa algo parecido con los rayos de sol a media mañana en primavera: me recuerdan a la llegada del verano en mi niñez
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