viernes, 25 de abril de 2008

Juguetes


Hace muchos años tuve una balanza con dos platillos dorados y cinco pesas colocadas de mayor a menor debajo. Podía pesar cosas pequeñas, y pequeñas cosas. Un tomate no cabía si era grande. Podía poner una paraguaya, o un puñadito de arroz.
La balanza era el sueño de una tienda. La emulación de lo cotidiano reducida a un juego. La posibilidad de ofertar productos, atender al público, pesar, vender y ganar dinero.
Y era también una visión de futuro, una lección práctica, un ejemplo, una advertencia, había que guardar el equilibrio, repartir el peso, calcular bien, unos granos de maíz a un lado y la pesa pequeña al otro, o la mediana contra unos garbanzos, se podían pesar pipas de girasol, pero si llenabas el platillo de canicas o de piedrecitas no había pesa grande que valiera, ni siquiera todas juntas, el platillo se descolgaba y se hundía hasta la base del juguete.

Ya no la tengo, pero aún practico el equilibrio como un rito, como un juego.

2 comentarios:

. dijo...

lástima que ya no la tengas, pero sí te quedó la costumbre de buscar el equilibrio

en eso estamos en estos dias, a veces resulta más fácil que otros, pero la cuestión es tratar siempre de encontrarlo

besos amiga
claudia

Marcela, de Mujeres de 40 y más! dijo...

LO bueno es que esa balanza, haya sido tan importante y que su mensaje permanezca en el presente.
Necesitamos siempre ese equilibrio...mantenerlo. Es necesario para afrontar cada situación que atravesamos diariamente y que muchas veces, es difícil de conseguir.

Cariños