El niño está sentado en una escalera de piedra, delante de una
puerta. La chaqueta de paño le queda pequeña. Asoman las mangas del jersey de lana gris tejido
por su madre. Asoman también sus viejos calcetines por el agujero del zapato
derecho. La presión del dedo gordo, el frío, y el paso del tiempo, han estallado la badana.
Cierra los ojos, abre la boca al cielo y sus dientes
se llenan de sol y de alegría cuando alguien le da los zapatos nuevos. Brillan
tanto…, son de piel marrón.
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