jueves, 14 de febrero de 2008

Hoy


Tiene veintidós años y se apellida Amor, es auxiliar de enfermería. Esta mañana ha tenido que realizar un curso en Prevención de Riesgos Laborales. Ayer me pidió que la acompañase. A las nueve de la mañana estábamos en la calle Bravo Murillo, de Madrid. Cuando ha terminado, una hora y media después, nos hemos ido a descubrir el mundo juntas. En el metro un violinista tocaba El lago de los cisnes y le he dado un euro. En otra esquina la melodía de un acordeón nos ha hecho bajar a su ritmo los peldaños de la escalera. Y nos ha dado risa un techo tan bajo que casi lo rozábamos con la cabeza. Hemos ido de la calle Sagasta a Sol, andando. Coger una taza de humeante café, después de la caminata, ha sido un bálsamo. En una librería antigua le he dicho que el olor de los libros es al cerebro lo que el de los pasteles al estómago, o algo parecido. Pero esa frase no es tuya, ha replicado. Cómo que no, si acabo de pensarla y de decirla. Entonces apúntala, ha insistido, lo cual significa que le gusta. Y no siempre es fácil que tus cosas gusten a los hijos.
Hemos visto quioscos de forja, limpiabotas, locales que olían a incienso, tiendas de té, edificios de todos los estilos (precioso el de la Sociedad General de Autores) y gente de todos los pensamientos. Desde un escaparate me ha guiñado el ojo una camisa, que por suerte era de mi talla. Y luego, ya en la plaza, ella ha comprado lana para terminar la alfombra que hace tiempo tiene empezada. Cuando le he pedido que me hiciera una foto con las madejas de colores al fondo, se ha sorprendido un poco. Había quietistas, un hombre que tocaba en copas de cristal y otro que hacía sonar un instrumento extraño, desconocido para nosotras.
Y luego hemos ido a la estación de Atocha.
A las cuatro menos cuarto de la tarde, después de comer en un Índalo que hay en la base de una torre azul, en La Garena, de Alcalá de Henares, ella se ha ido a la clínica dental donde trabaja y yo he venido a casa, he encendido el ordenador y me he puesto a escribir que comía mal de pequeña, que lloraba mucho y dormía poco. Pero a estas alturas de febrero los almendros están en flor y la pureza de su blancura me dice que valieron la pena tantos desvelos. No porque tenga veintidós años, ni porque sea auxiliar de enfermería, ni porque se apellide Amor, ni porque sea mi hija. No. No es por eso.

5 comentarios:

. dijo...

es tan bella como su madre...este post y sus reflexiones es tan bello como ustedes dos...y cada cosa que dijiste, me hizo sonreir y emocionar...una taza de café...el olor de los libros, los almendros en flor
qué hermoso es entrar a este espacio (que no lo llamemos blog) "espacio" como la distancia entre dos cuerpos; es también la distancia recorrida por un móvil en un cierto tiempo (así como el transcurso de tiempo entre dos sucesos); es asimismo la parte o lugar que ocupa cada objeto sensible
me gusta más decir espacio, casa, tu diario intimo al mundo :)

hermosa es ella, y sensible, humanitaria, verdad?

hoy, dia del amor? que lindo dia, un abrazo enoooooorme amiga, ahhh y gracias por tus saludos en mi blog, y quiero que sepas, no soy de seguir los premios, pero tenés en mi el premio de mi gran cariño hacia vos, no hace falta que te lo diga, verdad?
besooooooos a vos y a tu bella hija
claudia

Marian dijo...

Que bonito, me ha impresionado.
Muy guapa tu hija, que precioso paseo y en buena compañía sabe mejor.
Por cierto a mi también me ha gustado la frase de "el olor de los libros es al cerebro como el de la comida al estómago" ¿Es así, no?
Un beso

Lo siento, te dejé este comentario en el post anterior, pero es aqui donde quería hacerlo.

WILHEMINA QUEEN dijo...

Esa niña es una preciosura!
y cuánta ternura que derramas en tus notas.
Me encató ser parte, aunque sea un ratito, de tu día.

un abrazo!

Miguel dijo...

Te dibujas tu misma: un corazón ensanchado,unos ojos brillantes
Desde tu atalaya te sientes feliz
Una manera elegante de decir que te tiene atada de por vida
Esa mañana te sirvieron un vaso de felicidad y te lo bebiste de un trago.
Un abrazo

Migdalia B. Mansilla R. dijo...

¡Precioso! Hermosas, un canto al verdadero amor...qué gusto he tenido en leerte amiga, ...hoy.


Besos,
Migdalia