lunes, 1 de septiembre de 2008

Pasos y gestos

Sonríe.
Tiene quince meses y sus pasos son una novedad reciente. Se llama Lucía. Saluda a capricho en la situación y en el tiempo. Nos reunimos en familia y se pone a mirar muy seria. (Cuanta gente, parece que piensa). Observa todo alrededor desde la atalaya segura de los brazos de sus padres. Enseguida recuerda nuestras caras, nuestras voces, o se acostumbra de nuevo a escucharnos, a vernos, y nos acepta. Entonces sonríe. Va ella, y sonríe. Sigue a Zaira, la perra de su prina Irene, y le dice: “Hola” todo el tiempo, con una voz dulce, clara, maravillosa, en un tono bajo, lento y delicado. Va y viene. Juega y se cae. Apoya las dos manos en el suelo, levanta el culete y sigue adelante sin quejarse. Soy su tía. Ese “Hola” intermitente me hace feliz desde que lo pronuncia hasta el siguiente. Verla es disfrutarla. Que exista es un motivo de alegría. Pero además, la cara y los ojos de la niña se iluminan haciendo honor a su nombre cuando ella, simplemente, sonríe.

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